lunes, 3 de marzo de 2014

Giuseppe Arcimboldo. Dos pinturas de Flora.




(Izq.) Giuseppe Arcimboldo, Flora, 1589, óleo sobre lienzo, colección particular (der.) Giuseppe Arcimboldo, Flora meretrix, 1590, óleo sobre lienzo, colección particular. Ambas obras tienes un marco obra de cassetta en pietre dure diseñado por Federico Zeri en 1970.

La Fundación Juan March nos ofrece la oportunidad de disfrutar de dos obras del manierista Giuseppe Arcimboldo (Milán 1527 - Milán, 11 de julio de 1593). Son dos lienzos sobre la mítica figura de Flora desde la mirada bizarra del pintor italiano. La  oportunidad es única, pues se trata de la primera vez que se exhiben público y, además, de manera totalmente gratuita.





Arcimboldo es uno de esos artistas que ejemplifica los vaivenes del arte. Conocido en su época, paso al olvido durante siglos hasta que Alfred H. Barr jr., uno de los fundadores del MoMA y su primer director, recuperó su figura dentro de los precursores del surrealismo y del dadaísmo para la exposición Fantastic Art, Dada, Surrealism (1936-1937). A partir de entonces los académicos y estudiosos del siglo XVI comenzaron a interesarse en Arcimboldo.

A penas una veintena de obras son atribuibles a la mano de Arcimboldo. De entré todas ellas sus mosaicos de frutas, vegetales, carne, pescado o flores que simulan retratos son las más cotizadas. En España podemos disfrutar de una de estas composiciones. Hablamos del cuadro titulado Primavera, una de las joyas de la colección permanente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como nos descubre su ficha del catálogo CERES, se trata de un busto de un joven y sonriente caballero. La cabeza se ha compuesto con rosas, peonías y pensamientos; el pomo de la espada es un iris, y el traje cortesano está figurado con margaritas en la gola de encaje y hojas de col en la manga. Estas célebres teste composte fueron concebidas formando un conjunto de cuatro estaciones y cuatro elementos emparejados (Aire y Primavera, Fuego y Verano, Tierra y Otoño, Agua e Invierno). Más tarde, el pintor hizo nuevas versiones de la serie, entre las cuales, cabe señalar La Primavera hoy en el Museo del Louvre, procedente de la colección de los Electores de Sajonia, en Dresde.



Giuseppe Arcimboldo, Primavera, 1563, óleo sobre lienzo, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Es posible que le interesará reflejar la naturaleza con la mayor verosimilitud posible realizando juegos ópticos con el espectador para demostrar su virtuosismo, aunque todavía existen diversas opiniones sobre el significado de su obra. Una mayor comprensión de los orígenes, desarrollo e impacto de la obra de Arcimboldo podrían ayudaros a obtener vuestras propias conclusiones.



Giuseppe Arcimboldo, Autorretrato, segundo tercio del siglo XVI, lápiz sobre papel, Galería Nacional de Praga.

Arcimboldo nació en Milán en 1526. Sus primeros años no parece que expliquen sus composiciones posteriores. Son pocos los óleos conservados de su etapa lombarda, realizando obras similares a otros artistas de la época. Entre sus encargos más destacables se encuentra el diseño de tapices y la realización de frescos en Milán, Monza y Como.

Las cosas cambiaron en el año 1562, cuando decidió trasladar a la corte de los Habsburgo en Viena primero y en Praga después. Como cualquier pintor ambicioso, se dio cuenta de las limitaciones de su Lombardia natal y decidió poner rumbo a la corte imperial, donde no sólo realizo sus famosos retratos compuestos de vegetales, sino que también realizo diseños de espectáculos de corte, retratos de la familia imperial y actuó como asesor para las adquisición de obras de arte de la colección imperial.

Arcimboldo decidió volver a su tierra natal en torno al año 1587, desde donde siguió trabajando para Rodolfo II, pintando obras como Flora. Sus contemporáneos alabaron su trabajo en poemas o biografías de artistas, lo que nos permite apreciar cual fue la recepción de estas obras en su momento.

¿Y soy Flora o flores?
Sí flor, ¿cómo de Flora
Tengo la sonrisa en el semblante? Y si soy Flora,
¿Cómo Flora es solo flores?
¡Ah! Flores no soy, y no soy Flora
Más bien soy Flora y flores
Flor viva, viva Flora
Mil flores, una Flora
Que las flores hacen a Flora, y Flora las flores
¿Sabes cómo? las flores en Flora
Trocó el sabio pintor, y a Flora en flores.

(Gregorio Comanini, Al invittissimo Cesare Rodolfo Secomdo. Componimenti sopra lo due quadri Flora, e Vertumno, fatti a Sua. Sac. Maesta da Giuseppe Arcimboldo Milanese, 1591.)

(Arcimboldo) ... Ha pintado ahora, desde el pecho hacia arriba, a una bellísima mujer compuesta completamente de flores, con el nombre de la ninfa Flora; en el se muestra todo tipo de flores! copiadas del natural de tal modo que para la tez y los miembros se han utilizado aquellas más idóneas para representarlos naturalmente; y casi todas las demás están dispuestas en el ornato de la cabeza, excepto la mayoría de las blancas, que se han colocado a modo de forro del vestido, sobre el que se muestran las hojas reproducidas del natural de la mayor parte de las flores que aparecen en la imagen. Está de lejos no representa sino a una bellísima mujer; de cerca, aunque con apariencia de mujer; de cerca, aunque con apariencia de mujer, evidencia si no flores y hojas aisladas, si formando un conjunto y unidas.

(Gian Paolo Lomazzo, Idea del tempio della pittura, 1590)



Giuseppe Arcimboldo, Verano, 1563, óleo sobre lienzo, Kunsthistorisches Museum, Viena.



Giuseppe Arcimboldo, El puchero de legumbres, hacia 1590, óleo sobre lienzo, Museo Cívico a la Ponzone, Cremona.

Los textos presentados confirman lo obvio: a Arcimboldo no le interesa una representación sistemática de la realidad natural de manera científica. El aspecto lúdico de las obras es indudable. Es ahí donde se muestra su auténtica voluntad creadora como pintor manierista, entendiendo este término como artificialidad, lo que el filósofo Tatarkiewicz dio en llamar sutilitas.

La cabeza de Vertumno, retrato de su patrón más importante de Arcimboldo, Rodolfo II, enlazando con la idea de imágenes fantásticas del momento. Aúna las formas visibles que observaba con extraños caprichos e imágenes, pero  ¿Cómo realiza estas composiciones?

En el caso de su famosa serie de los cuatro elementos aplica su enorme experiencia como pintor naturalista seleccionando los animales propios de cada elemento realizados coon una magnífica precisión sacados de álbumes de estudios botánicos y de animales. Evidentemente esos animales se amalgaman para formar la cabeza. 

Miguel Falomir expone cómo para su realización había dos normas básicas para dotar de lógica interna a la obra, no valía todo: en primer lugar las cabezas eran siempre temáticas (los cuatro elementos, las cuatro estaciones, etc.) utilizando los animales y las plantas correspondientes a cada uno de ellos, y en segundo lugar, es la lógica anatómica, es decir, los elementos se ensamblan intentando reproducir la anatomía de la cabeza. Algunas de esas cabezas intentan reproducir a una persona concreta y otras resultan más genéricas.



Giuseppe Arcimboldo, Retrato de Rodolfo II en traje de Vertumno, hacia 1590, Castillo Skokloster, Suecia.

Los precedentes iconográficos son confusos y complejos. Falomir expone que con el tiempo los historiadores se han posicionado en torno a dos teorías enfrentadas al respecto. 

Una de ellas es la defendida por el profesor Thomas DaCosta Kaufmann de la Universidad de Princeton, que dice que estamos ante una invención erudita y sofisticada de la corte imperial. Es decir, no es obra del propio Arcimboldo, sino fruto de la influencia de la corte imperial. Usa el término de "chistes serios" (serious jokes), una combinacióin entre lo grave y lo jocoso, lienzos portadores de significados poéticos y políticos. Las teste composte son una alegoría del poder imperial de Maximiliano II. Mano a mano con su compatriota Giambattista Fonteo concibieron el simbolismo que va más allá de un mero divertimento haciendo referencias a la semidivina gloria austríaca utilizando motivos de todas las ramas del saber de la época. Se trataría de una traslación visual de un genero literario o filosófico que tendría su referente en el elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam. 

La segunda teoría enunciada por el italiano Franceso Porzio habla de un origen milanés más popular y satírico como influencia de la cultura popular que puede rastrearse en la Edad Media en las máscaras de festivales agrícolas y carnavales. Es un sentido grotesco y satírico que no sólo aparece en Arcimboldo, sino también en la obra de escritores y literatos de la época.

Para Falomir es más probable que lo acertado se encuentre en un punto intermedio. Lo evidente es que en Milán existía una tradición en torno a estos juegos visuales que se remontan a la obra de Leonardo da Vinci  sus cabezas grotescas y de carácter. En su tratado de pintura realiza una descripción que podría ajustarse a lo que realiza Arcimboldo. Dice Leonardo:

 Es sabido que no se puede pintar a un animal sin que tenga todos sus respectivos miembros, y que éstos correspondan exactamente a los de los otros animales. Esto supuesto, para que parezca natural un animal fingido, por ejemplo una serpiente, se le hará la cabeza copiándola de un mastín o perro de muestra, los ojos ccomo los del gato, las orejas de istrice, la nariz de lebrel, las cejas de león, las sienes de gallo viejo y el cuello de tortuga (Leonardo da Vinci, Tratado de pintura, CCLXXXVI, "Cómo se debe pintar un animal fingido que parezca natural"). 

En Milán los sucesores de Da Vinci dominaron la escena pictórica durante décadas y fueron depositarios del legado intelectual de su maestro que tanto influyó en los artistas venideros como Arcimboldo.  Pero como dije al principio, estas son un ejemplo de las teorías que intentan explicar el por qué de las composiciones de Arcimboldo. Vosotros podréis sacar vuestras propias cconclusiones.

Para finalizar agradecer la labor de la Fundación y del comisario de la muestra Miguel Falomir Faus (a quien podemos disfrutar normalmente en su labor en el Museo del Prado). Sobretodo porque alrededor de las obras se ha organizado un ciclo de conferencias muy interesantes impartidas por el propio comisario, que a la vez es autor de uno de los textos del catálogo. Quien haya tenido la oportunidad de asistir a alguna conferencia de Falomir sabrá que hablamos de un gran comunicador y uno de los historiadores imprescindibles para profundizar en las grandes figuras del siglo XVI italiano (personalmente recomiendo sus estudios sobre Tintoretto).









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