domingo, 10 de noviembre de 2013

Fede Galizia, mujer, artista y pionera


No fue hasta finales del siglo XVI, cuando las mujeres comenzaron a emerger como pintoras profesionales. Fede Galizia (1578-1630), de origen italiano, fue una de las primeras. La mayoría de las referencias que tenemos de ella se refieren a su doble condición como mujer y artista,  por sus prodigiosas dotes profesionales.


Dos datos biográficos fueron especialmente relevantes (presentes en la mayoría de las historias de las mujeres artistas) y ayudan a entender lo limitado de las condiciones en las que el éxito podía ser conseguido por una mujer en el siglo XVII: la presencia y ayuda de un padre u otra presencia masculina cercana que fuera artistas, y la existencia en la propia artista de un talento especial desde temprana edad. Ambas condiciones se cumplen en su trayectoria, pues su padre Nunzio Galizia era pintor, y sus capacidades innatas como artista fueron reconocidas con tan solo doce años.
Su nombre aparece por primera vez en el tratado Idea del tempio della pintura, de 1590, escrito por el pintor y teórico del arte Giovanni Paolo Lomazzo, amigo de su padre, quien se refiere a ella con estas palabras: “esta joven se dedica a imitar a nuestro más extraordinario arte” que bajo la guía de su padre y pintor Nuncio Galizia, “imita con devoción a nuestros más excelentes artistas [1]. El historiador jesuita Paolo Morigia, menciona a Galizia en su Nobilità di Milano (1595) situándola entre las personalidades más distinguidas del período.
No es del todo seguro que naciera en Milán.  Según ciertos escritores  llego de pequeña junto a su padre, un miniaturista de cierta reputación procedente de Trento, que fue llamado a la ciudad para realizar unos encargos; otras fuentes dicen que nació cuando su padre ya había llegado a Milán. Lo cierto es que como artista es en esta ciudad fue donde se desarrollo. La capital de Lombardía se encontraba bajo el dominio de España y la Contrarreforma, unos hechos que marcaron el devenir del arte figurativo hacia una vuelta a pinturas devocionales y educativas, pues era ncesario cumplir con lo requerido por la Iglesia. Paradójicamente algunos pintores encontraron refugio en la pintura de género que les permitía adherirse a una visión realista del mundo que les rodea sin perder la tradición pictórica lombarda.
Fede Galizia, antes de llegar a los veinte, tenía una reputación internacional como retratista; además también realizó pinturas religiosas, pero es su naturaleza muerta  la que estableció su estatus en la historia del arte como pionera de un género figurativo considerado "poco digno" por sus cohetáneos. Los pintores consideraban superior la pintura religiosa o la histórica, relegando los bodegones a la consideración de género menor que, sin embargo, sería el preferido por muchas mujeres artistas excluidas de otros géneros pictóricos y de las academias.

Fede Galizia también realizó encargos públicos de retablos para algunas iglesias de Milán. Uno de ellos fue el Noli me tangere (1616, Milán, San Stefano Maggiore) que realizó para el altar de la iglesia Santa María Magdalena.
No era seguidora de ninguna escuela en particular, pero sus referentes pueden encontrarse entre los pintores lombardos como Moretto de Brescia, Gian Girolamo Savoldo y Vincenzo Campi. También se inspiró en Lorenzo Lotto para sus retratos introspectivos. Sus retratos evitaban la idealización y destacaban por su preocupación por lograr el mayor parecido posible con la realidad. La tendencia realista de los retratos de Galizia se sacrifica en la pintura religiosa para cumplir con las exigencias morales de su época y para lograr un modelo de belleza ideal. 
Las fuentes contemporáneas que elogian su obra no llegaban a mencionar todavía aquellas que hoy día son consideradas como las más destacables. Este silencio es quizás un reflejo de la rareza de sus naturalezas muertas (menos de veinte son atribuidas a ella) o el menor prestigio de estos temas, aunque sin embargo, su genio se muestra con mayor claridad en este género del que fue una de las pioneras. 
Las naturalezas muertas que encontramos en Milan y la Lombardia a finales del XVI son escasas: la Cesta de Frutas (1596) de Caravaggio, que marca la diferenciación de las naturalezas muertas flamencas realizadas en Italia por Jan Bruegel y Melocotones sobre un plato (1595), la única naturaleza muerta del pintor milanes Ambrosio Giovanni Figino. Galizia, en este contexto, puede ser vista como una artista de esta primera tendencia.
Siete años más joven que Caravaggio, Fede Galizia se especializa en composiciones compactas sobre soportes de madera, en cuya cuidadosa elaboración y formas se observa la influencia de su compatriota lombardo. A lo largo de su vida, su supremacía en el género de las naturalezas muertas en la escuela milanesa era indiscutible. De hecho la exitosa carrera de su seguidor, Pánfilo Nuvolone, que llego a Milán en 1610, contribuyó a engrandecer más su fama. 
Su naturaleza muerta de 1602, fechada y firmada y conocida como Tazza con ciruelas, peras y una rosa, (ex_Anholt Collection, Ámsterdam) constituye el modelo estilístico para su comparación con otras pinturas atribuidas a Galizia. En algunos casos se confunde con Panfilo Nuvolone, pero una observación más cercana revela un estilo más escultural, con composiciones más espaciosas y una mayor atención en el modelado de sus elementos. 

1.- Tazza con melocotones, flores de jazmín, membrillos y un saltamontes (1607), Colección particular.

 
La naturaleza muerta que aquí se trata es de singular belleza. Las buenas condiciones de conservación del lienzo dan una nitidez cristalina no solo al frutero de cristal o tazza, sino también a todas las hojas y cortezas.
No es raro encontrar composiciones que se repiten en la obra de Galizia, Como regla general, el elemento principal suele ser un frutero o pieza de cerámica, metal o cristal. Centrado en un plano poco profundo de la composición; algunas frutas y flores se situan simétricamente a ambos lados y más cercanas al borde de la mesa. Esta obra, conocida como Tazza con melocotones, flores de jazmín, membrillos y un saltamontes se distingue por sus variaciones significativas con respecto al resto de sus obras.
El catálogo razonado de Flavio Caroli[2] ilustra cuatro piezas de fruta en un frutero de cristal similar, y flanqueado en un lado por dos manzanas y en el otro por una pequeña flor de jazmín y una manzana partida por la mitad. 
La obra que nos ocupa junto con otra con una composición similar, fueron añadidas a este grupo por Caroli[3], quien describe esta naturaleza muerta como una de las más sublimes y destacadas de entre las pertenecientes a la obra de Galizia. En 1998, Sam Segal[4] publicó una quinta versión con la fecha de 1607.
Lo más destacable es la presencia de dos motivos que no aparecen en las demás composiciones: dos membrillos de tamaño considerable, situados en la parte izquierda de la composición, en lugar de las habituales manzanas con sus hojas, y a la derecha, cuidadosamente tratado en sus detalles, un saltamontes que sustituye las flores de sus otras obras. 
En Grecia, los membrillos estaban consagrados a Afrodita, la diosa del amor. Este fruto era el símbolo del amor y fecundidad, y los recién casados debían comer uno antes de entrar en la habitación nupcial. Por esta razón, durante el Renacimiento, volvió a ser símbolo del amor y el matrimonio. También se consideraba que el dulce de membrillo tenía propiedades afrodisíacas.
El saltamontes que aparece en la parte inferior izquierda, es probable que sea una referencia a las plagas que asolaban Europa en su época. La iconografía de las plagas con una visión moralizante para aplicarlo a la época contemporánea es algo que ya se da en la Edad Media. En la Biblia las plagas son enviadas por Dios, quien atesora ejércitos de langostas que devoran con ansia los cultivos y frutas, como castigo. 
Para Ramón de la Campa Carmona[5], el jazmín, por su blancura y perfume, por trepar hacia el cielo y por abrirse en mayo, mes de la Virgen, es símbolo del candor y de la pureza marianos. En la misma línea, Pérez Rioja[6] sitúa esta flor en el simbolismo cristiano, por su blancura y aroma suave, como representación de la Virgen María. Símbolo de gracia, elegancia y amabilidad. Rene Guenon opina que “También simboliza el centro místico, el punto no aparecido del que irradian todas las creaciones y crecimientos del vasto árbol del mundo[7]
La palabra “melocotón” proviene del latín “malum cotoneum”, que en realidad significaba “membrillo”. Al parecer esto se debe a que las variedades más resistentes a las plagas se obtenían injertando el melocotonero en un membrillo. El melocotón es una fruta originaria de China, donde era considerado símbolo de longevidad. Para Sam Segal[8], como las flores, podría referirse a la brevedad de la vida. Entre sus múltiples significados podría ser interpretado como la manzana, símbolo de elección entre el bien y el mal. También podría tener implicaciones eróticas o relacionadas con la fertilidad. Lo más probable es que se refiera a lo transitorio del ser humano en este mundo.
Roberto Longhi[9] definió las naturalezas muertas de Galizia como delicadas pero tristes, como la propia artista. Las considera piadosas, equilibradas y silenciosas. El fervor religioso de la pintora es algo evidente por la promesa que realiza en 1630, cuando aconteció la famosa plaga de Milán: dio orden de que su legado, casi exclusivamente pinturas, fuera cedido a la orden religiosa de los Teatinos, a los que se encontraba particularmente vinculada, y a su primo y sobrino, sus únicos parientes.
Desde una perspectiva iconológica, los membrillos de la parte inferior, que serían un reflejo de las edades del hombre, se muestran más débiles ante las plagas que los melocotones, situados en un nivel superior, asociados a la inmortalidad y la longevidad, y acompañados del jazmín, un símbolo de pureza. En este caso la presencia la langosta sería una alerta de castigo contra la vanidad, que junto con la presencia de las frutas, nos alertan de la fugacidad de la vida y de la necesidad de tener la vista puesta en la siguiente. 
Es razonable, desde la perspectiva de la emblemática, que Galizia colocara un saltamontes, símbolo del paso del tiempo, junto a una manzana picada con el fin de sugerir un contraste entre los opuestos, es decir, con los membrillos sin defectos, que también se conocen como las “manzanas de oro”. Se puede decir que esta composición única sería el primer tratamiento del tema ejecutado por la artista.
 
 
Este mismo contraste también aparece en otras naturalezas muertas como “Cerezas en un frutero de plata con manzanas silvestres sobre una cornisa de piedra y una mariposa” (además la presencia de la mariposa nos recuerda de nuevo esa alusión a la fugacidad de la vida), o en “cesta de porcelana con melocotones”.




La presencia continuada de frutas picadas y de insectos en sus naturalezas muertas son evidencias que dan pie a las interpretaciones por parte de los emblemistas, pero no hay constancia escrita por parte de Galizia de una posible interpretación en este sentido. Los escasos datos biográficos que de ella se conservan, la mayoría procedentes de sus contemporáneos, y que se centran en alabar su capacidad técnica, nos impiden establecer quien fue el comitente de la pieza, para que lugar fue concebida o si existía un posible significado oculto en sus obras.

BIBLIOGRAFÍA.
BRYSON, N. Looking at the overlooked. Four essays on Still Life Painting. Reaktion Books, Londres, 2001.
DE LA CAMPA, R. La palabra materializada: y el verbo se hizo imagen. Universidad de Sevilla, 1961.
GAZE, D. Dictionary of women artists, Volumen 1. Fitzroy Deaborn, Londres 1997.
HEDGES, E., y WENDT, I. In Her Own Image. Women Working in the Arts. The City University of New York, Nueva York, 1980.
PÉREZ RIOJA, J. Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, 1962.
SEGAL, S.,  An Early still life by Fede Galizia”, en: Burlington Magazine, CXL, marzo de 1998
SEGAL, S., A Fruit Past. P. De Boer, Amsterdam, 1983.
SCHNEIDER, N. Naturaleza muerta. Taschen, Colonia, 1990.


[1] Giovanni Paolo Lomazzo, Idea del tempio della pittura, Milan 1590, p. 163.
[2] CAROLI, F., Fede Galizia, 1989, cat. 10-3.
[3] ver, CAROLI, F., 2nd edición, 1991.
[4] SEAGAL, S.,  “An Early still life by Fede Galizia”, en: Burlington Magazine, CXL, marzo de 1998, pp. 164-7.
[5] DE LA CAMPA, R. La palabra materializada: y el verbo se hizo imagen. Universidad de Sevilla, 1961.
[6] PÉREZ RIOJA, J. Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, 1962.
[7] GUENON, R., L`homme et son devenir selon la vendata. París, 1941.
[8] SEGAL, S., A Fruit Past. P. De Boer, Amsterdam, 1983, pp 16,29 y 39.
[9] LONGHI, R., “Un momento importante nella storia della natura morta” en: Paragone, 1950, pp.34-39.

2 comentarios:

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    1. Me alegro de que te haya gustado esta entrada. La verdad es qe resulta fascinante descubrir artistas que la historiografía tradicional suele dar de lado. Poco a poco ire recuperando las voces de quellos que parece que se quedan al margen de las grandes historias, pues este blog es mi pequeña historia y a de todos vosotros. Gracias y a seguir disfrutando!!!

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